13.5.08

Fahrenheit 451



Este es el libro que más he regalado en mi vida. Durante años pensé que nadie podía seguir viviendo sin haberlo leído. Tenía yo la tentación por aquel tiempo de ejercer una especie de apostolado de la verdad que subyacía bajo la superficie de las cosas. No es que ahora la haya ahuyentado del todo, pero me da más vergüenza practicarlo. La verdad con los años se convirtió en un objeto poliédrico y sobre todo calidoscópico. "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury (1953). Posteriormente leí otras cosas de Bradbury pero no me entusiasmaron. No es que no merecieran la pena, pero después de una obra maestra cuesta reconciliarse con la "otra" literatura de su autor, aunque sea excelente. Me pasó también con "Cien años de soledad" de García Márquez. Todo sabe a poco después. Manías. Quien no las tenga que las espere.

En 1995 vi por primera vez la versión cinematográfica de François Truffaut (1966), que no llega ni de lejos al dramatismo de la novela, pero que enamora por su estética. Su estética es lo que la salva del tedio. Siempre quise tener unas botas como las de Oskar Werner interpretando a Guy Montag, el díscolo bombero incendialibros. Si alguien sabe donde comprarlas que me lo chive. Y una novia como Julie Christie (no como su personaje, odioso). Me lo chivais, también, si sabeis en qué tienda.

Por si hay algún despistado, en "Fahrenheit 451" los gobernantes han dedicido que la base de la felicidad es la ignorancia. Hay que preservarla a toda costa. Para ello cuentan con un cuerpo de bomberos entregado a la localización de libros en las casas y a la "crema" de la falla en el jardín de la vivienda, a la vista de los vecinos. Sí, justo como la biblioteca de Don Quijote, reducida a cenizas. Aquí no se salva ni el Tirant lo Blanch. También cuentan los gobernantes, para la preservación de la ignorancia, con unos operarios de Expoelectrónica del Corte Inglés que llenan las paredes de las casas de gigantes pantallas de plasma, para que los ciudadanos no tengan la tentación de vivir sus propias vidas y pasen el día conviviendo con su familia televisiva. ¿Les suena?

"Fahrenheit 451" (233°C) es la temperatura a que se quema el papel. No hay una abismal diferencia entre quemar los libros y que 4 multinacionales dominen el negocio de la edición y distribución de los mismos. En todo caso, se trata de una diferencia de grado. En los últimos años han desaparecido por completo (sin que nadie haya puesto el grito en el cielo) las librerías de fondo. Las que vinieron a sustituirlas (de las que ya no conocemos al propietario ni sus filias ni sus fobias) han convertido la adquisición de libros (¿y su lectura?) es un apéndice del estallido consumista de los sábados. No me pondré apocalíptico, que todavía no son las diez.



El sábado por la tarde (en pleno estallido) me adentré en varios de esos templos de nuestro tiempo —cafetería impersonal, portadas coloridas, dependientes con aspecto alternativo y sonrisa estúpida, clientes que nunca leyeron "Fahrenheit 451"…—. Me costó encontrar los dos libros que buscaba, a pesar de su éxito comercial. Hube de visitar cuatro.

Uno de ellos, "Fiebre en las gradas" de Nick Hornby, llevaba años esperándome. No hay que desoir las recomendaciones de Bar Torino. Yo siempre atiendo los consejos de mis amigos sabios. Aunque tarde 15 años (creo que él no sabe que aún no lo he leído. Cuando comenta algún pasaje, miro al cielo y silvo). En la última Cretina Comèdia me amenazaron con darme de baja si demoraba más su lectura. Anoche empecé y me tuvo anclado al sofá sin remedio. Aguanté la meada hasta que la prostata amenazó con reventar. Entonces fue cuando decidí ser sensato y dosificar el placer. Mesura, mesura.

"El espectáculo en forma de dolor era un concepto totalmente nuevo para mí" dice el protagonista tras su primera visita, a los 11 años, a Highbury, el santuario del Arsenal.

Y añade unas líneas más allá: "En un desesperado y sensato intento de impedir que sucediera lo inevitable, mi padre me llevó a ver a los Tottenham Spurs una tarde en que Jimmy Greaves le calzó 4 roscos al Sunderland. Su equipo ganó por 5-1. Pero el daño estaba hecho, y aquellos seis goles, por no hablar de los excepcionales jugadores que vi en aquel partido, me dejaron frío. Yo estaba enamorado del equipo que había ganado al Stoke por 1-0 gracias al rechace de un penalti".

Los libros nos esperan, no lo duden. Esperan al momento adecuado. Me cuesta imaginar un mejor momento para empezar con "Fiebre en las gradas". Un día después del 1-5 contra el VCF, en pleno estallido de la Cretina Comèdia —gràcies infinides, Vicè—, ahora que puedo comentar cada anécdota del libro con ese pequeño Nick Hornby que tengo rondando por casa.

Esperan con una fidelidad sin condiciones. Y llevan escritos nuestros nombres. De momento. Mientras no se cumplan del todo los lúcidos vaticinios de Bradbury.

11 commenti:

Nota ha detto...

"Farenheit 451 es la temperatura a la que el papel se inflama y arde." Lo ponía en la página que los autores utilizan para las dedicatorias de la edición que compramos en el colegio. Creo recordar que era segundo de BUP y media clase suspendió el examen porque había pasado por alto el significado del título del libro.
La obra en cuestión me enganchó (la peli también, pero merecía unos efectos especiales más sofisticados: la escena de los bomberos voladores es antológica); luego vendría Un mundo feliz y recientemente 1984. Me encantan las visiones proféticas y catastróficas sobre el futuro. Estos ingleses de mediados del XX son geniales. Tengo el retrato de Orwell en lugar preferencial de la habitación. Pronto caerá un post.
Qué decir de Fiebre en las gradas... Las primeras tres líneas deberían ir tatuadas en la memoria de todo hincha.

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! ha detto...

Cierto, Nota, fue en segundo de BUP cuando nos incentivaron a leer Farenheit 451, cierto también que sólo unos pocos supimos la temperatura a la que el papel arde, fue mítico ese examen,jaja.
Me gusta mucho el libro, tan apocalíptico y utópico a partes iguales. La película me gustó mucho menos que el libro, supongo que también porque la vi antes de la lectura, y no cumplió con mis expectativas (aunque no estoy de acuerdo con Nota, con la aparición del rojo constante en todos los elementos como verjas, buzones se suplen los efectos especiales, no creo que sea necesario más, tú eres muy Kubrick,jaja) . Aún así, defiendo a Truffaut porque estuvo muy supeditado a lo que buscaba el productor de la película y apenas le dejaron libertad para hacer una película "suya", aunque al fin y al cabo sea una película sobre la cultura y se permite alguna de sus licencias creativas.De todas formas, la versatilidad de Julie Christie en los 2 roles es sublime.
En Valencia ya quedan pocas "librerías de viejo", como se llamaban antes, estoy harta de los grandes comercios literarios (deberían llamarse así, son todo ya menos librerías): un escaparate de libros vistosos, los empleados más modernos de la ciudad, la impersonalidad...además, recuerdo que una vez le pregunté a un empleado de la FNAC de la sección de Arte por un libro de la Bauhaus y me dice: "ay, de ese pintor no nos queda", en fin, qué profesionalidad,jajaja.
Besos PoP!

¡Viva el cine bizarro y colorista !

Forlati ha detto...

Nota: Orwell… Ben fet. El meu menjador està presidit per un retrat jagant de Gaspar Rubio en l'antigua camisola albinegra. Jajajaj.

Ignorava que en 2º de BUP hagueren recomenat alguna volta a Bradbury. ¿A qui recomanaran ara?

Un abraç

Marpop: "Le cinéma c’est l’art de faire faire des jolies choses à des jolies femmes”

Me dejó ud. intrigada ayer con la traducción de esta cita de Truffaut y consulté a mi amigo Willy: "El cine es el arte de dejar hacer cosas bonitas a mujeres guapas". Frase maravillosa y llena de una ambigüedad calculada. Gracias.

No confundir librería de fondo con librería de viejo o lance. De las segundas afortunadamente en Vlc quedan muchas y muy buenas. Venden libros de segunda mano, antiguos… y también algunos trastitos que bien podrían decorar su casa. La de fondo es la librería de toda la vida donde pides un libro de 1995 y no ponen cara de póker.

Besos.

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! ha detto...

Uy, eso también te lo sirven en las de viejo, hoy ya no da para tanto la cosa. A mi particularmente las de lance me interesan menos, al menos en Valencia no hay mucho que rebuscar, y eso es lo bonito de esas librerías. Sugiero perderse por la calle Zacatín de Graná, y los alrededores de la Catedral: encontré grandes obritas maestras como el guión fechado de Cría cuervos, algunas traducciones de Cahiers du cinéma...ays, qué dura es la añoranza...
En cuanto a la frase de Truffaut, hice la traducción literal (soy más del alemán, qué le vamos a hacer,jaja), claro está, perdiéndose la "poética francesa", pero sí, el significado viene a ser algo así como lo que dijo Godard sobre el cine: "para hacer una película sólo hace falta una pistola y una mujer bonita".
Deux bien ensemble.
Besitos PoP!feliz tarde!

Nota ha detto...

Forlati, tens alguna escrita de Gaspar Rubio?

diafebus ha detto...

Bueno, coño, algo va cambiando ¿no? Antes se liquidaba directamente a los autores (Tomas Moro, Erasmo, Galileo, Savonarola, Lorca, Hernández, bla, bla, bla)
De todos modos la realidad es bastante más aterradora que esta ficción (no dudo que excelsa)
Quemar libros, eliminarlos físicamente, supone una prohibición. Es mucho más sutil convencer de la absoluta inutilidad de leerlos. Lo primero crea descontento, contestación, mitos (incómodos) y lo segundo... bueno, miren por la ventana y sabrán lo que hace lo segundo.
Tal vez hacerse viejo es sutituir los por qué por para qué.

Forlati ha detto...

Marpop y Diafebus: tengo en mente por lo menos dos de esos sitios en que entrarías y no verías el momento de salir, que tienen más trastitos que libros. Seguro. La morriña, la morriña…

"Para hacer una película sólo hace falta una pistola y una mujer bonita". Guau! Esta frase me sonaría totalmente suya en labios de Diafebus y sin embargo es de Godard.

Mira, mira "Tal vez hacerse viejo es sutituir los por qué por para qué". Diafebus, qué grande, siempre sembrandonos el día de versos célebres.

Besos a boqueta nit.

Nota: Tots eixos buits els omplirem en els mesos pròxims. No te càpia dubte.

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! ha detto...

A ver a ver, cuenta dónde se encuentran esos sitios, tengo ganas de descubrir algún librito por casualidad, que esos suelen ser lo mejores...
¿Puedo añadir una curiosidad?mucha gente piensa que el português es un idioma fácil, pero no lo es tanto, sobre todo la fonética ("s" fricativa, palatal, sorda, sonora...) y los "falsos amigos" del español. Bueno, la curiosidad es la siguiente: hoy he descubierto que en português "estar mareado" es "ter tonturas" (muy confundible con "tener tontería encima", jaajaja), ¿de dónde viene en español "marearse"? a este paso necesito un filólogo en mi vida,jaja.Vaya con las lenguas románicas...
Besos PoP; Boa noite p´ra todos!

Vicè ha detto...

Enhorabuena por este post, mr Forlati. Nos alegramos de que la amenaza haya surtido efecto. jejeje. Hay libros que no sólo no pierden vigencia sino que además, su (re)lectura se hace más imprescindible según avanzan (degeneran) los tiempos. Pasa con "Fahrenheit 451", o con "San Manuel Bueno mártir".

Hornby explica mejor que nadie que el fútbol y la militancia en un equipo, son una maldita enfermedad incurable.

Marpop lleva razón con sus matices sobre el portugués. No sé portugués pero sé que lleva razón porque con el italiano pasa lo mismo. Hacerse entender es tremendamente fácil pero hablarlo correctamente, asimilando sus docenas de excepciones, es muy jodido.

Anonimo ha detto...

ya era hora.

bar Torino

Anonimo ha detto...

Forlati,
l'idea de que els llibres esperen, és una evidència que és fa molt més significativa en estos temps nostres. Hui hi ha molta "cultura" que "no espera" i correm el perill que el seu tracte nos distorsiones la relació natural ab la cultura escrita de tota la vida.
Ahir li ho explicava 21st century boy que tenim en Londres. Dia que havia de llegir-se YA el llibre d'Evarist Falgàs -per cert...- A la que m'he despistat estava citant-te.
Au.