1.6.08

Mar

"He knows all about the move of the planets
but he don´t know how to moves me..."
(The Pipettes)



Mi abuelo paterno tenía el gesto adusto y la piel quemada, negra. Me entran arcadas cuando algunos filósofos xenófobos de barra de bar hablan de las razas, de moros o negros. Razas. Mi abuelo era de la raza de los que trabajan desde que sale el sol hasta que se pone. Como muchos moros o negros que tenemos por aquí. Blanquitos. No te jode. Ahora resultará que somos blanquitos.

Me enoja no haber heredado de mi abuelo ni el gesto adusto ni la piel negra. Todos dicen de él que siempre permanecía en silencio y cuando hablaba todo el mundo bajaba la mirada y "pegava cabotà". No era un hombre que creyera en el diálogo. Creía en el respeto a los que saben más y en el silencio de los que saben escuchar y aprender. Hoy vivimos saturados, sepultados por palabras que no dicen nada. Mi abuelo, que nunca estudió, conocía perfectamente el significado de la palabra elipsis. Aunque nunca la pronunciara. Si levantara la cabeza, no estaría muy orgulloso de mi, ni de mis excesos verbales. Mi hermano pequeño (que prácticamente no lo conoció) tiene su misma nariz y discreción, aunque no ha heredado su sabiduría. Ni él ni nadie. Ya no quedan hombres sabios como mi abuelo. Se extinguieron hace décadas.

Ahora mismo no recuerdo si los niños aprenden antes a hablar o a andar. Creo que antes de hablar con cierta fluidez ya andan. Sin embargo mi padre aprendió a nadar antes que a andar. Mi abuelo le ataba un cabo a la cintura y lo echaba al mar desde su barca de pesca. Así se hacían las cosas en el Cabanyal hace 60 o 70 años. Al poco tiempo mi padre era capaz de pasar buceando de un costado al otro de la barca. Salvando las distancias, a menudo asocio esto con los niños del Himalaya o con los inuits del Polo Norte. Los sacan desnudos a la intermperie. Si mueren, es mejor que lo hagan sin ser una carga para la comunidad. Si no tienen condiciones para sobrevivir en ese medio hostil morirán más pronto o más tarde. Sentados en un sofá, con aire acondicionado y calefacción central, algunos ven documentales sobre el tema y dicen "qué falta de compasión". Y es que hemos dividido el mundo entre los que viven y los que ven pasar la vida. Y los segundos se sienten cargados de argumentos morales que imponer a los primeros.

Esto de mi padre nadando por debajo de la barca me lo contaba mi abuelo cuando yo tenía 3 o 4 años. Y yo me excitaba pensando cuando llegaría mi hora de pasar por debajo de la barca. Pero nunca llegó. Luego mi propio padre me lo contó otras veces. Mi abuelo me recogía del colegio y me llevaba a la antigua lonja del puerto, me subía a su barca (que ya no era suya, se jubiló y la vendió, pero a ver quien era el guapo que le iba a decir algo por subirse a "su" barca), y me contaba historias como ésta. Mi abuelo me inoculó así el amor por el mar. No hablaría con nadie, pero conmigo era un torrente de palabras y de historias maravillosas. Antes de dejarme en casa, me recordaba que no debía contar a nadie que habíamos estado en el puerto, ni que habíamos subido a la barca. Y yo era una tumba.

Años después descubrí por qué razón quería esconder nuestras visitas. Mi abuelo y su hermano siempre prohibieron a sus hijos acercarse al mar. Les enseñaron a nadar, claro, porque ellos no concebían que un niño no supiera nadar desde bien pequeño. Pero les privaron de cualquier vínculo que les pudiera hacer amar el mar. Cualquier trabajo era mejor que el de pescador para sus hijos. Era una decisión que no se discutía. Y los mantuvieron siempre alejados del olor a salitre y a tormenta. Yo siempre pregunté por que razón vendieron la barca nada más jubilarse. Soñaba con navegar con mi abuelo, aunque nunca sucedió. Aquella venta significó mucho para mi abuelo. Con ella pretendía sellar para siempre cualquier atisbo de futuro marinero para la familia.

Eso es lo que él creía. Pero se le fue la mano contándome aquellas historias.

Tal vez grabe en su costado, cuando tenga mi propio barco, las palabras de las Pipettes que encabezan este post. Palabras, palabras. Tal vez las ponga en algún lugar más discreto. O sencillamente en mi memoria. Ya vorem.

El nombre del barco lo decidí hace muchos años. Será el mismo que el de la barca de mi abuelo: Germans Forlati.

12 commenti:

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! ha detto...

"He is a kind of guy who knows just what he knows...
He is a kind of guy who, oh oh oh
uoh oh oh oh...A-B-C..."
¡Cómo me gusta esta canción!Pon cada frase en un lado del barco, así depende del costado que se lea sugiere una cosa u otra (consejo de grumete,jajaja).
Besos PoP! Buenos diítas!

Comtessa d´Angeville ha detto...

Mon pare i ma mare compraren un apartament a Dènia, en primera línea a una platja molt tranquileta, sense cap altra urbanització al voltant, fa molts anys... i el primer setembre (ells són de vacacions al setembre) que anarem a estiuejar mon pare va durar dos dies. Al tercer li va dir a ma mare TERE QUEDAT EN LES XIQUETES QUE JO MEN TORNE AL POBLE. Perquè detesta la mar. Després van vendre l´apartament (merda). Parlar de per què l´estime jo, que sóc d´interior, de la munyanya, que ni pujada al cim més alt que tinc al voltant veig una miqueta de blau, seria massa llarg i són les nou i poc del matí i m´esperen per fer faena. Aixina que ja t´ho contaré altre dia, però quan vaig començar a estudiar per a portar barquets l´últim que esperava era que acabara enamorant-me lo de la peisca. Tenia l´assignatura de PESCA: EXTRACCIÓN Y CONSERVACIÓN com una càrrega (quin susto quan la vaig vore a l´horari) però després del primer dia vaig dir AÇÓ ÉS LO MEU. I quin disgust pa ma mare.

Vicè ha detto...

Emotiva història. Hi ha coses que es duen en la sang, encara que la nostra pell s'haja estalviat dedicar-los una vida al sol i al fred. No s'hem curtit a les inclemències de la mar o del camp (el meu cas), però queda la memòria dels nostres, que no cal perdre-la. A vore si algun dia m'anime a escriure sobre el camp...

Al costat d'esta història, o la de Pepe Miralles a l'ultim Lletra, em fa gràcia tota la suposada "cultura" marítima que ens estan inculcant des que regalarem el port a rics suisos i anglesos nazis.

Anonimo ha detto...

No conocí a ninguno de mis abuelos. Pero el forner era de la estirpe. Analfabeto pero sabio. Cuando ponía los pies descalzos en el suelo ya sabía como hacer el pan ese día.

saludos

bar Torino

diafebus ha detto...

A mi em parlaren d'un atre chiquet, també farà sixanta o setanta anys. Ad ell li lligaven l'ham a la punta del màstil de la barca. Cada dia s'enfilava allà dalt per a poder peixcar. Era també una lliçó i una prova, una manera de fer selecció natural en un mig hostil i difícil.
Un extraordinari post fortament emparentat en el de Vicè. D'alguna manera la cretina comèdia...

morena ha detto...

Yo tampoco los conocí muy bien, tan sólo de uno tengo recuerdos...el de sus ojos pequeñísimos, chispeantes y muy pillos, eso sí siempre sonriente, mantengo intacto en la memoria, el olor de la mecha al encender el mítico celta sin boquilla, conservo la pitillera de cuero cosida a mano por él mismo para guardar el tabaco.....

Un beso, pero de los gordos

Anonimo ha detto...

Un text extraordinari. I me l´he llegit tot, sí senyor.
D.

Forlati ha detto...

Marpop: ¿consejo de grumetePop? Jajaja

Àgueda: Queda't en les chiquetes, que yo me'n torne. ¿I qué feu ta mare? Osti tu, ¡quina feta!

Vicè: et costà hores animar-te a escriure sobre el camp. I qué pronte deprenguéreu a menjar meló d'alger d'amagotis! Jajaja

BT: Cuando ponía los pies descalzos en el suelo… Bravo!

Diafebus: No està mal la que contes, no. Buffff.

Morena: no pergues eixa pitillera mai. Yo només he conservat de mon güelo la carta nàutica i uns prismàtics en la lent trencada. I a punt estigueren d'acabar en el fem.

Otro beso, más gordo!!!

Diamantes: No em puc creure que se l'haja llegit sancer. Gracietes.

I a tots, per si encara no ho havia dit: extraordinari concert de la banda de Breitner el divendres. I extraordinària companyia.

Anonimo ha detto...

Grande, Forlati.
Me has hecho acordarme de mi abuelo, al que quise tanto y tanto dicen que me parezco. Russafí de pro, tenía por parte materna orígenes cabanyaleros. También era de piel oscura aunque claro de ojos y pelo. Sombrerero de profesión, educado en las cenizas del blasquismo.
Tengo mucho que hablar de él, ahora sólo quiero recordar cuando me contaba que su padre lo llevó a la Escuela que la Fraternidad Republicana de Russafa había montado para los suyos, de nombre -cómo no- Escuela Laica La Luz. Despúes de casi ochenta años, aún recordaba al profesor, D. José Arnau, a quien me gusta imaginar como un personaje de otro siglo, volteriano y feroz, afrancesado a rabiar, obsesionado en su idea de progreso. "Quan els de coleges de retors portaven als xiquets a missa, Don José Arnau mos duia al llit del riu a fer globos de paper, i mos ensenyava els principis de la aerostàtica". Y mi abuelo pronunciaba "aerostàtica" casi separando las sílabas, devotamente. Un gran tipo, el sombrerer. Casi no hay día en que no me acuerde de él.
Abrazos a todos.

Angresola

Vicè ha detto...

Gran història, Angresola.

Comtessa d´Angeville ha detto...

Pos ma mare que volies que fera, ma germana i jo estavem tan il.lusionades amb alló de eixir de casa i xafar la platja que la pobra dona es va quedar un parell de dies allà amb nosaltres...

vinc de familia de secà, què li nem a fer... espere ser la primera d´una llarga estirp d´amants del mar... crec que estirp no està ben dit però men vaig a dormir i no tinc temps de diccionaris...

Forlati ha detto...

Estic en Vicè. Una bona història, Angresola. ¿No té vosté espai en la blogosfera a on pugam llegir-li més coses? Sense cap ànim de desvelar incògnits. Jajajaja

Salutacions