2.7.08
NYC-Tijuana (VI)
Angelita Diamantes m'envia per mail la sexta entrega i una cançó per a acompanyar. The Coasters. "Down in Mexico". Magnífica aportació. La penge ací perque ella no té blog.
Capítulo V.
... -¡Vamos! Tengo grandes planes para tí, muñeco.
Brian se guarda las bragas en el bolsillo y sube tras ella.
Capítulo VI.
El Saab descapotable reluce al sol como un coche fúnebre. Steph salta sobre la puerta y cae con gracia en el asiento, como si lo hiciera todos los días de su vida. En la parte de atrás un gato siamés de color ceniza parece implorar que le maten allí mismo. Demasiado pelo para tanto sol.
- No tiene nombre. Estaba en la habitación de los Elvises, me dio pena y lo cogí. Quizá lo suelte luego en el desierto.
- No me parece que tenga muchas oportunidades de sobrevivir aquí.
- Me la suda. Demasiada suerte ha tenido de que lo rescatase de ese infierno de habitación.
- ¿Y a dónde vamos? ¿Sabes dónde están mis amigos? ¿Qué cojones está pasando?
- Me encanta tu acento, tan sofisticado, tan yanki. Pero deja de hacer preguntas y dedícate a meterme mano durante el camino. Tenemos mucha carretera por delante y será mejor mantenernos entretenidos.
Rocas esculpidas en medio de la nada, cactuses y tierra, una luz abrasadora. Y Brian acaricia la entrepierna de Steph mientras Dolly Parton le canta a las virtudes de una vida cristiana. El gato dormita al lado de la bolsa llena de dinero. Tras horas de viaje llegan a lo más parecido a una ciudad que Brian ha visto en varios días. Springfield, a pocos kilómetros de la frontera con Nuevo Méjico. Pasan junto a una central nuclear abandonada y a pocos kilómetros ven el cartel de “Joe the Butcher”. Frente a ellos, una nave industrial pequeña de aspecto desalentador con una gran chimenea y una hilera de camiones en el aparcamiento. Camiones como el que dejaron atrás en aquella gasolinera.
-Bien, bienvenido al infierno. Es muy probable que tus amigos estén aquí. Vivos o muertos, no lo sé. Tengo acceso al recinto, pertenece al cabronazo de mi marido. Si ha salido a celebrar la captura, llevará varias horas borracho y todavía no se habrá encargado de ellos. Dios quiera que así sea.
Brian siente que se le descompone el estómago por momentos, está a punto de vomitar. Pero se contiene.
Entran en la nave y lo que parece una cadena de montaje del asesinato en serie les da la bienvenida. Sierras, ganchos para desangrar el ganado, cuchillos afilados de tamaños increíbles... Todo limpio, aunque las manchas de sangre del suelo se resisten a salir. El sol del atardecer se filtra por las ventanas, dándole a todo un aspecto de siniestra escena del crimen, a lo C.S.I, pero en cutre. Cruzan la sala y Steph se apresura a abrir una trampilla estratégicamente camuflada bajo una alfombra apestosa. Se oyen gemidos desde lo lejos y Steph y Brian respiran aliviados. Los tres amigos están atados a unas sillas con cinta aislante; en la boca, tres cebollas embutidas con más cinta. Los charcos de pis del suelo emanan un hedor difícil de ignorar. El proceso de liberación es bastante rápido.
-Me cago en la puta, Brian, pensaba que la palmábamos aquí.
-Ese gordo cabrón nos ha puesto los huevos de corbata. ¡Nos quiere quitar los putos hígados, el muy soplapollas!
-¿Qué hace aquí la camarera buenorra?
-Soy la mujer del gordo cabrón. Y como conocedora de sus costumbres, os recomiendo que nos larguemos de aquí antes de que llegue y nos cuelgue a todos de un gancho.
Suben los cinco en el coche. Truman saca al gato de la jaula y lo coloca en su regazo.
-No cabemos todos con esta jaula por aquí.
-Vale, venga, a tomar por culo, tírala y vámonos ya —dice Steph arrancando.
-No tan rápido, muñeca —Una mole de sebo surge de la nada empuñando una recortada por el lateral del coche—. De aquí no se mueve ni Dios.
A lo que Truman responde lanzándole el gato a la cara.
-Puto carnicero, ¿te gustan los mininos?
Las garras del animal se aferran a las carrilleras de Joe mientras este aúlla intentando quitárselo de encima. Cuánta más fuerza hace, más incisivas son las uñas del animal. Spteph sale pasando por encima del pie de Joe y el coche se aleja dejando atrás una estela de polvo y gritos de alivio.
ANGELITA DIAMANTES.
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4 commenti:
ay pobret gatet, vejes tu quina culpa té ell, faja qui faja el següent capítul que tinga pietat del gat per favor!
hombreeeeeeeeeeeeee, el siguiente capítulo corre a cargo del Niño y yo, y aseguro que el gatito no va a sufrir nada nada,jeje, a mi también me ha dado una penita...Uhm, quizá se convierta en el prota de la historia, quién sabe...
Besos PoP!
BRAVO!! Angelita Diamantes
vamos, vamos, siguientes...
Un saludo
Esto ya parece una película de Tarantino, con (incluso) la música del striptease de Death Proof.
Enorme. Espero más y más.
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