
La templanza, por contra, es moderación, sobriedad y continencia. Aunque estas virtudes, junto con el equilibrio, parecen ahora importadas de las filosofías orientales, nuestros clásicos valencianos del Segle d'Or se hartaron de ensalzarlas y, al glosarlas, no hacían otra cosa que beber en los grandes clásicos griegos, los padres de nuestra civilización y de nuestra cosmovisión del mundo. Temprança e discreció eran los valores más firmes para valorar a una persona. Con el paso de los años han devenido dos de las virtudes que, también yo, más valoro en los demás. Virtudes que me esfuerzo por atesorar, demasiado a menudo sin éxito.
La incontinencia es abominable y antágonica de todo equilibrio. Sea verbal, gestual o escatológica. I ademés avorrix a les pedres.
Nunca es tarde para luchar, con uñas y dientes, por incorporar temprança e discreció como pilares de nuestra cotidianidad. Y si no hemos aprendido ni siquiera esto, no sé de que sirve haber leído centenares, miles de libros. Porque los libros no son sólo para pasar el rato. Perogrullada que cabe rescatar de vez en cuando: de su mano podríamos ser cada dia un poco más sabios, más humildes y, por ende, más felices.
Temprança e discreció. Y después ya todo lo demás. Temprança e discreció. Impregnando todo lo que hacemos. No hay otra vía para los inquietos. Si no pretendemos acabar convertidos en una mala parodia de nosotros mismos.
2 commenti:
Hay valores que no se enseñan en las escuelas. Se nace o no se nace con ellas, y el aprendizaje no a todos les cunde.
Salut granota, salut!
Ja que parlem del tema aprofite per recomanar-te una cançó del meu estimadíssim Paul Weller: With Time and Temperance (Heliocentric, 2000).
Abraços
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