3.8.10
Parlar per no callar.
Eres profundamente aburrida.Y además fea.
Se lo dice Rickey, el chaval que trapichea con hierba, a Ángela, la amiga rubia y tontita de su novia Jane. Esa rubia y tontita que se la pone dura a Lester, un magistral Kevin Spacey, en American Beauty, de Sam Mendes.
El mundo además de feo, amenaza con convertirse en un lugar más bien aburrido. Nuestro mundo más próximo. Las tertulias de nuestra infancia, en verano, y en el pueblo, a la fresca, nos asombraban por la sabiduría con que los contertulios más humildes, hablaban de cualquier asunto con una lucidez insospechada.
Eso se acabó. Se ha convertido en norma el "parlar per no callar". I qui més parla és qui més ha de callar. Te aburren los informativos y te aburre más aún la burda transmisión de las ideas más reiteradas por los telepredicadores, que suele ser lo más parecido al criterio propio que suelen tener, a la fresca, los tertulianos de nuestro tiempo. Mayores o jóvenes. Con graduado escolar o con carrera universitaria.
Si urdes excusas para encerrarte con un buen libro, abrazado al sopor estival que hace lejos del blablabla, empiezas a ganarte el epíteto de sociópata. Deseas que se vayan, que se callen, para salir, dejarte acariciar por la brisa y llevarte un cigarro a los labios. Se empieza así y se acaba siendo un asesino en serie. Lo dicen en la tele. Eso dicen los contertulios.
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