27.3.10

Tempus.


[Gran barrera de coral de Australia]

El tempus de la vida, a veces, demasiadas veces, es un escollo. Una barrera de coral en que se recrea un microhabitat marino, por donde pasean aletas de tiburón, como niños en babero por el patio de un colegio, donde encallan barcos en noches de tempestad, astillando cascos de madera y provocando los gritos más espeluznantes, que son siempre los de un capitán al perder su nave, ese grito en medio de una explosión de furia de cualquier océano.

A veces suceden acontecimientos maravillosos en el momento más inadecuado e inoportuno y otras veces sientes que es el momento justo y te quedas observando cómo aquello que desearías que sucediera no llega.

Cuando el tempus de la vida se desajusta te escuchas a tí o a otra personas exclamando expresiones del tipo "qué lástima!". Acabas de comprender que es una putada porque no es el momento y se te escapan esas palabras contra tu voluntad. Pero ya es tarde: lo has verbalizado y, al hacerlo, ya te has resignado.

La vida está llena de pequeñas elecciones que atenazan nuestro día a día y acaban conformando una forma de relacionarse con el mundo —me viene a la cabeza Las afinidades electivas de Goethe—. 

La voluntad, la decisión —y sobre todo el acierto— pueden motivar que llegues a ajustar ese tempus a tus deseos, que consigas salvar la barrera de coral y llegar a la playa de blanquísimas arenas, a tumbarte y dejar que te acaricien los arreones de lluvia. Has vencido al mar.  Miras de reojo el barco indemne y dejas que el agotamiento te sumerja en el sueño hasta que salga un nuevo sol y te despiete. Lo has logrado a pesar de la oscuridad y el temporal. Cuando más negra esta la noche, más cerca está el amanecer.

Los grandes hitos de nuestra vida, los que nos conmueven y fascinan, los que siempre guardamos en la plácida cueva de nuestra memoria en que guardamos los grandes tesoros, suelen suceder cuando somos capaces de ajustar el tempus a la realidad con solvencia y, sobre todo, cuando el destino nos guiña un ojo y lo hace por nosotros con una precisión milimétrica. Entonces te invade la sensación de que estás en conexión con el mundo. De que el mundo es un lugar amable en el que te está permitido escribir una apología del placer.

Los dramas, las pérdidas y las lágrimas que nos lastran cada día suelen ser fruto de las cosas que suceden fuera de su momento y de las que no suceden en el momento que debieran.

En la suerte y, también, en la voluntad y pericia, al ajustar el tempus de nuestra vida, estriba la clave última de la felicidad.

I wanna be adored. Stone Roses.

6 commenti:

Comtessa d´Angeville ha detto...

Forlati açò es pareix cada volta més a un blog d'autoajuda d'eixos plens de pseudofilosofia oriental, faja el favor de tornar-mos a vesprades en Orriols i infàncies cabanyaleres o Scarlettes en biquini que susciten calents comentaris angresolians.

Forlati ha detto...

Todo a su debido tempus, comtessa…

Un rincón apartado ha detto...

Ho estem esperant tots!

Forlati ha detto...

Qui fa lo q pot no està obligat a més…

I no sé qué tenen contra els texts d'autoajuda. A mi em pareix un subgènero de lo més sugerent…

angresola ha detto...

Particularment el "Técnicas de masturbación", que va per la sisena edició, i en el consell redactor del qual vaig aportar les meues modestes aportacions. I sense cobrar. Altruisme pur.

Un llibre d´autoajuda de/per a la masturbació és la volta de rosca definitiva, l´autoajuda de l´autoajuda, l´egoïsme més brutal. Enorme.

La cançó també és enorme.

Marta Diez ha detto...

A mi me ha gustado la entrada, a través de ella he recordado experiencias propias. Es verdad que cuánta más ansiedad tienes en que algo suceda más parece prolongarse su llegada, lo que provoca una cierta desesperación. En cambio, echas la vista atrás y te das cuenta que te tus mejores vivencias llegaron fruto de un cúmulo de casualidades. Así que hay que desear y luchar deliberadamente por conseguir lo que deseamos, pero siendo conscientes de que a veces la suerte y el momento van a delimitar esos deseos. Y creer en aquello de que si una puerta se cierra, otra se abre.