3.4.08
irene nemirovsky
Siempre me da un poco de vergüenza hablar elogiosamente de un escritor que acabo de descubrir tantos años después de todo. Es como si me hubiese tirado la vida haciendo el capullo. Bien es cierto que nos queda aquel consuelo: es tan inmenso el vergel de la buena literatura… Y no es menos cierto que es una ilusión inmensa constatar por enésima vez que nos queda tanto por descubrir (bueno, a unos más que a otros). Bien, ya sabéis: Excusatio non petita, accusatio manifesta.
Suite francesa de Irene Nemirovsky es más que un libro. Se trata de un kit de sensibilidad de urgencia. O de humanidad. O de humanismo. Son dos novelas, aunque debieron ser cinco… de no ser por el III Reich. Dos novelas distintas que entran en contacto de forma sutil y que abordan la ocupación alemana de Francia desde la vivencia íntima de diversas familias autóctonas y de algunos militares alemanes. La primera novela nos habla del éxodo tras la toma de París. La segunda, de la vida en un villorrío de la campiña tras la ocupación.
Las dos novelas en sí son deliciosas y al mismo tiempo espeluznantes.
Pero en el kit hay más. Un buen prólogo —demasiado breve— en que nos explican la trágica peripecia vital de Irene: expulsada siendo una niña de su Rusia natal por los bolcheviques y asesinada en Auswitch por los nazis a los 40 años, dejando tras de sí dos hijas pequeñas. Lo que descubrimos al leer el prólogo, podemos constatarlo horrorizados a través de la correspondencia que se anexa al final del libro. Además, el volumen incluye un apéndice con las impresiones de Irene durante el proceso de creación: disgresiones metaliterarias y también su inquietud por la deriva asesina de Hitler y sus cachorros. Su origen era judío.
Lo dicho: un kit.
Soy escéptico cuando me recomiendan un libro o una película sobre el III Reich. Ya he visto mucho, sufro con ello y, como buen occidental aburguesado, suelo buscar alternativas que me den motivo para reír y no para llorar. Esto es una cosa distinta a todo lo anterior. Por dos motivos: primero porque Irene (en sus dos novelas) no juzga a los alemanes ni a los franceses, sino que se limita a transmitirnos, con una prosa plagado de juegos y guiños, las sensaciones que unos y otros experimentaron con la ocupación y la guerra. Y segundo, porque Irene es uno de los nuestros. Entiéndaseme bien: una viciosa lletraferida. Y también una funambulista de la literatura y una naveganta de la vida. O viceversa. Tanto monta…
Llibre regalat per: Lorena.
«Suite francesa» Irene Nemirovsky
Salamandra. 480 pàgs.
19,50 euros
http://www.salamandra.info/ficha_autor.php?codi=182
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4 commenti:
Prenc nota. Gràcies.
bar Torino
Apuntada queda la sugerencia. La vida del autor me suele dar bastant igual a la hora de leer su obra. ¿Céline fascista? bueno, pero es cojonudo. Pero con Irene Nevirosky (o como se escriba) me sucede lo mismo que con la inefable Anita Frank. No me creo la existencia del personaje. Me pongo en guardia contra tanta perfección. No sé si existió o no, pero de lo que no me cabe duda es que la industria editorial tiene la suficiente falta de escrúpulos como para encargar una novela recreación de aquel periodo y luego atribuirla a un personaje de ficción para disparar a la fibra sensible del lector. Insisto no sé si exisitó o no, pero tanta perfección y tanta historia entrañable me tocan los cojones.
diafebusaconstantinoble
Diafebus: No et precipites Diafebus. I res de perfecció. Irene i el seu home, quan ella està camí de Auswitch, són tan imperfectes i tan reals que es dediquen a buscar rastres d'anticomunisme i antisemitisme en l'obra d'Irene per a convéncer als nazis de la seua bondat, a pesar de que naixquera jueva. La vida com a be extrem i la dignitat pels aires, per a salvar-la.
Forlati.
Prenc nota. Estes històries m'emocionen. Llegir, per exemple, a Primo Levi et trasllada a l'infern d'un camp de concentració. Sembla que hages estat allí. També soc comprensiu amb la postura de Diafebus. La indústria editorial és ben capaç d'inventar històries per a atacar la sensibilitat del lector. No obstant això, a la fí, la proximitat de les històries genuines sempre desenmascaren macabres invents de laboratori.
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