¡Viven!

No. No ganaron la Copa del Rey, ni unas semifinales de Champions. Sólo habían anotado el 0-1 con la certeza —pero sin mentar a la bicha— de que el árbitro o el destino tenían aún 28 minutos para robarles el sueño de una victoria que les pone a 15 puntos de la salvación a falta de 18 por jugarse. Milagrosamente acabó así el partido, a pesar del árbitro y la fortuna: dos goles legales anulados, un travesaño y un puñado de ocasiones de gol.

El Llevant escribe episodios épicos sólo con salir a tomar el fresco en Bunyol. No es guasa.

Canal 9, la televisión de todos los valencianos, le dedica un 1% del tiempo del Vilarreal o el VCF y cuando lo hace es para mofarse de los episodios más rocambolescos —no tan distintos de los de otros—.

Compiten en una Liga profundamente adulterada un año tras otro. Sin chanchullos —tanto me da que estén urdidos o sean casuales— el Vilarreal estaría líder y el Llevant a un par de puntos de salvarse. Chanchullos que se han hecho habituales y todos asumimos como inevitables a fuerza de costumbre. Por eso ya ni hablamos de ellos y nos refugiamos en la Premier.

Afición y jugadores sufre la gestión inmoral de un atajo de especuladores futbolísticos y fanfarrones que ha abocado al abismo a un club que en septiembre de 2009 cumplirá 100 años.

Sin embargo celebraron el gol como si fuera un hito. Sin embargo, un centenar de granotes lo vivió en directo en Heliópolis.

Incluso la España futbolera —tan mezquina, monotemática y burda— roba algún minuto al eterno bipartidismo Barça-Madrid y dedica comentarios a la gesta granota.

Las grandes historias también se forjan así. Para mí es más que suficiente. Pero el fútbol español está tocado de muerte. Luego todos se preguntan como es que la selección no da la talla en los grandes eventos. A mí la respuesta siempre me ha parecido evidente. La selección, como la liga, la sustentan y la alimentan cuatro analfabetos y un ejército de fanáticos forjados en sus mentiras.

Lo de Villarroel, siendo de juzgado de guardia, es pecata minuta, comparado con esta gallina que amenaza con dejar de cagar huevos de oro.

¿No podríamos presentar una solicitud formal para jugar en la Premier? Aunque sea empezando en 3ª. España no quiere fútbol. Quiere sparrings para el Barça i para el club de los amores de Diafebus. Otros miran hacia otro lado, porque se conforman con el minuto de gloria que siempre tienen los bufones.

Y entre tanta farsa y tanto hartazgo, un abrazo, el de la foto. Sencillamente porque viven. Y una sonrisa satisfecha, la de mi hijo.