3.9.08
Salvem la crònica
Les andaba contando que en época de Alfons el Magnànim y de Melchor Miralles, su capellà, los portulanos (las cartas náuticas de aquel tiempo) identificaban el país a que pertenecía cada puerto pintando su enseña sobre él. Y, como no podía ser de otra forma, sobre Valéncia (o Dénia) los exquisitos maestros cartógrafos mallorquines o genoveses izaban artísticas Senyeras, algunas (si el cliente tenia la bojaca llarga) decoradas incluso con pan de oro. Senyeras y no banderas españolas como la que preside ahora el America's-F1 Port… y bla, bla, bla…
El Dietari del Capellà d'Alfons el Magnànim es la crónica cotidiana de la vida en el regne, fuente inagotable de riqueza documental e inspiración para historiadores y lletraferits. Hay más crónicas, impagables todas ellas, pero me viene ésta "com fesol a la cullera" porque quería referir el día que la ciutat amaneció con una invasión de golondrinas. El cronista, el tal Miralles, realiza una descripción exquisita del insólito episodio que sobresaltó a los ciudadanos: la crónica minuciosa de una curiosa (e irrelevante, más allá de la anécdota) alteración de la rutina.
Allá por el año 81 me inicié en uno de los vicios más inocuos que la vida me ha dispensado: guardaba una parte de jornal que mi padre me daba los domingos para comprar los lunes el Marca, leerlo a escondidas en un banquito de la Plaza de la Iglesia del Rosario, doblarlo, guardarlo cuidadosamente en la cartera y después marchar a clase, temeroso de que alguien descubriera aquella excentricidad, a mis 12 añitos. En el quiosco, antes de pagar el Marca y hasta que percibía que el amo fruncía la ceja, trataba de leer a hurtadillas también las crónicas de Hoja del Lunes.
Aquellas sensacionales crónicas provocaron que empezara a ver los partidos del Llevant escribiendo mentalmente la crónica del lunes, jugando a adivinar los titulares, la puntuación de los jugadores, las claves del partido e incluso la información rutinaria, como la asistencia de espectadores, las incidencias más banales, la valoración del minuto de silencio o la actuación arbitral. Grandes crónicas, inmensos cronistas para plasmar algo tan especial como el partido del domingo que, como las golondrinas, truncaban la monotonía de la semana. Porque lo reseñable era el partido del domingo, el fútbol era el hito en que se mecía la ilusión creciente de la semana y el cosquilleo estomacal a medida que llegaba el día de ir al estadio.
Pero señores, eso se acabó, vivimos la celebración de lo frugal, de la expectativa, de la especulación y el hecho entorno al cual se elabora toda esa hojarasca cotidiana, el partido del domingo, ha devenido un hecho cuasi anédotico y sin duda resultadista.
Dicen los que entienden que también comienza a suceder con el sexo de fin de semana, en que el ritual de seducción, la expectativa y la sensación de éxito han acabado por suplantar la sublimación del placer de compartirse y mezclarse entre las sábanas y olvidarse incluso de la propia individualidad, entre vapores y pechos. La vanidad de contar lo insustancial durante la semana (en la peluquería, ojeando el Elle y el Cosmopolitan, en el Suavitas o en la perfumería) a propios y extraños, frente al gustazo de disfrutar del momento, que deja de ser hito para sumar tres puntos en la clasificación. Resultadismo también.
De martes a sábado la prensa en el bar nos cuenta si éste futbolista mea sentado o de pie, si se ha hecho un piercing o pide un aumento de sueldo y un sinfín de declaraciones idénticas, que transitan desde el hastío al bostezo. Páginas y páginas de brossa para que después, el lunes, el día después del hito dominical, algunos partidos de 2ª división no merezcan ni una sóla línea de crónica (ni siquiera en los periódicos deportivos), más allá de la ficha técnica; y muchos de 1ª se ventilen con algunas frases huérfanas de cualquier ingenio.
La elevación a los altares del aburrimiento. La sublimación de la expectativa.
Salvem la crònica. También la de los buenos polvos.
¿Abrimos un blog colectivo destinado a tan noble empresa?
Unos versitos de Aretino para desempalagar:
Pietro Aretino. «Sonetos lujuriosos».
(Hombre): Follemos, vida mía, follemos ya
pues todos nacimos para follar,
y si tú el pene adoras, yo el coño amo, y el mundo
una mierda sin esto sería.
Y si post mortem follar se pudiera
diría: así follemos hasta morir,
pues tanto follaron Adán y Eva
que la muerte les pareció harto injusta.
(Mujer): Y es verdad, que si los muy tunantes
no hubiesen comido aquel fruto engañoso,
bien se hubieran saciado los amantes.
Más dejémonos de historias, y hasta el corazón
híncame el pene, y ahí reviente
el alma que vive y muere por él.
(Hombre): Y, si es posible, fuera
del coño no me dejes los testículos,
de todo placer gozado, testigos.
O en toscano:
Questo é pur un bel cazzo lungo e grosso.
Deh! se l'hai caro lasciamelo vedere
- Vogliam provare se potete tenere
questo cazzo in la potta, e me addosso.
- Come, s'io vo' provar? come, s'io posso?
Piuttosto questo che mangiare o bere!
- Ma s'io v'infrango poi, stando a giacere,
farovi mal. - Tu hai 'l pensier del Rosso (…)
FOTO Aretino.
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11 commenti:
Pues que tiene usted razón, arriba la crónica! arriba el polvo! arriba el blog! arriba todo!(si no es así, no fem res)
besos
Si norman mailer dice que tu coño/
es más real que la cara que pones/
cuando abres los muslos y me emponzoño/
de no ser yo a quien miran tus pezones/
Es que el buen gringo amaneció bisoño/
y confundió corazón con pulmones/
que le agarró distraído el otoño/
o que debe cambiar ya de soplones/
por que tu vagina es la de cualquiera/
carpa de bodas, fiebre del botones/
vigilia de mi visa a borbotones/
raja orinada de serrín de invierno/
infierno del lagarto que te escupe/
apostasía de estar donde cupe/
Enorme entrada. Y grande Diafebus.
Sí, en todos los órdenes de la vida conviene rescatar la crónica, sobrevivir a la estúpida tendencia de solemnizar la obviedad que tortura nuestros días. Yo también crecí con una enfermiza fijación en las crónicas. Creo que esa fue la razón por la que escogí mi profesión (lector, por encima de todas las cosas).
Gran post, Forlati.
Y digo como Vicè: yo, lector. Por encima de todas las cosas.
Angresola
ANTONIO SOTO:ESPERANDO EL POEMA
"Mientras llega el poema
contaré los pelos de tu pubis"
FERNANDO ARAMBURU
"Las pinacotecas enseñan que la mujer sólo está de verdad
desnuda cuando abre las piernas"
No me apetece contribuir al tema crónico, así que tiro por la otra propuesta,Saludos POP!
Hola, te descubro por casualidad, como casi todas las cosas buenas.
100% de acuerdo en tu apología de la crónica, la fuerza de la cotidianedad es tal que yo mismo lo olvidé escribiendo en mi blog.
Gracias por hacerme reflexionar.
Saludos
Valencia y che
Vamos, que estem tots ben calents.
Per sort ací encara ens queden tres o quatre cronistes als quals val la pena llegir. Alfonso Gil, Cayetano Ros i, sobretot, Vicent Chilet. El que no sé és si existirà alguna relació entre el seu conreu de la crònica i la seua vida sexual...
Abraços d'un lipotímic
Per cert, jo pensava que el tal Miralles era un testaferro de Pedrojota
Estoy con Águeda, andamos un tanto calientes por aquí, jajaja. Será que el calor de agosto no nos abandona.
Sobre lo primero, no creo que se esté perdiendo sólo la crónica, sino el hecho mismo de contar las cosas. La gente ya no tiene paciencia, y nadie aprecia ya la palabra como un vehículo para reproducir y sublimar la realidad. Ni siquiera se pueden contar historias a través del cine.
La palabra ha perdido lo que de evocador podía tener, y se ha convertido simplemente en vehículo para lo más lo inmediato: el titular ramplón y reiterativo, predecible. Importan más las intimidades y los caprichos de las estrellas que las gestas. Ya no son héroes los deportistas, y mucho menos los futbolistas. A lo más que pueden llegar, sin el amparo de la crónica, es a niños pijos con algo de habilidad.
Ese tipo de hechizo por la crónica del que hablas me pasó a mi con el ciclismo. De pequeño ojeaba las hojas amarillentas de periódicos "Dicen" que mi padre guardaba desde los años 70, tiempos en los que yo no había nacido. En aquellas crónicas, aderezadas con fotografías de ciclistas con patillas (casi siempre los mismos: Merckx, Ocaña, Fuente, De Vlaeminck, Poulidor), había historias auténticas, que hacían afición. En mi niñez, en los años de Indurain, Chiappucci y compañía, me releía de cabo a rabo los suplementos especiales del Tour y la Vuelta que vendían en el Marca, cosa que ahora ya no sé si sucede. Algún periodista actual, como Carlos Arribas, aún ofrece alguna crónica de ciclismo con el aire de antaño.
Sobre lo segundo, que se quiten los aretinos, sades y todos los demás. De poco valen las palabras. Lo más importante es la acción, y el sentirlo en carnes propias.
Quin poema que se'ns ha marcat Diafebus. Bravo, calent. Suponc que espolejat per les eufòries de la Morena en el comentari de dalt. Com diuen Àgueda i el Niño serà que estem tots calents. Això és la ponentà.
De profesión lector. Grandíssims llectors Vicè i Angresola. Gràcies per les seues amables paraules. I a Valenciayche (benvingut a esta sa casa; per cert no sé si serà el meu ordenador pero no he pogut entrar als posts del seu blog). I gràcies a Marpop per les brillants contribucions.
Total d'acort en vosté, JR. D'entre els cronistes d'ací Chilet és el nº 1. També Bort és un bon croniste dels partits del Llevant. No volia fer més llarc el post. És evident que encara queden bons cronistes, pero açò hui és l'excepció i fa un temps era la norma. I ademés, lo més cruel és que només se cuiden les cròniques dels grans equips, lo qual impedix simpatisar en uns atres clubs i al meu entendre alimenta la militància irredenta. A mi encara m'agrada el fútbol en general. No sé, per posar-los un eixemple m'agradaria poder llegir una bona crònica del Ràcing-Spòrting d'enguany.
I el Niño nos ilustra en el material del que s'han fet immenses cròniques: la gesta ciclista. Gràcies per la seua enriquidora aportació. I q no es lleven Aretinos ni Sades, home!, que quan més sucre, més dolç.
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