
Odio muchas más cosas: que haya cierta obligación de regalar cosas y se pierda la sutileza de hacerlo porque sí; odio la Nochevieja con su rintintín de pasarlo como nunca y, al final, bufarse como siempre; odio las colas y las masificaciones, odio los inevitables centros comerciales (todo el año y ahora más aún, con sus grandes rótulos y sus esloganes siempre en castellano), odio los anuncios de Freixenet……… Y odio, en medio de toda esta vorágine, no ser capaz de pensar en otra cosa que en el calentamiento global, en Malí, en Afganistán, en Somalia, en Palestina, en los que duermen bajo el río, en los que se duchan en la Beneficència…
Odio en general esa sensación de alegría efímera que me hiela el corazón, como si todos los días del año no fuesen el mejor día posible para construir todos los sueños, amar a todos los que lo merecen y reír con franqueza junto a aquellos que nos hacen felices
Y sobre todo odio el recuerdo imborrable del duelo de mi madre durante las últimas 26 navidades, el recuerdo de su determinación por sobreponerse a la tragedia, el recuerdo de su presencia de ánimo para tratar de hacernos entender que la vida merece la pena, pese a todo. Y admiro en silencio, cabizbajo, la lección que nunca acabé de asimilar.
La única felicidad que me proporciona la navidad es llevarle a mi madre, un día no demasiado señalado, un inmenso ramo de flores. Una forma de disculpa por no reír, ni amar ni soñar lo suficiente durante todo el año junto a ella.
PS Si me ven sonreír no me acusen de falso. Yo también sigo tratando de sobreponerme. Y de hacer feliz (un poco al menos) a todos los que el resto del año me hacen reír, amar y soñar.
(Foto: mon pare als 3 anys. El seu recort omnipresent sempre em sostrau un somriure; sempre. La seua absència estos dies és, no obstant, intolerable, inadmissible, una feta que mai li disculparé al destí que ens el furtà).
1 commento:
Con usted en todo.
b7
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